QUEVEDO. Soneto. Comenta que la muerte (postrera sombra), en el día feliz en que llegue (blanco día, hora lisonjera), cerrará sus ojos y separará (desatar) su alma del cuerpo [estrofa 1.ª], pese a lo cual, el alma no perderá la memoria al cruzar el río del olvido (el Leteo, del que, en la mitología clásica, una ley severa obligaba a beber a las almas de los muertos para olvidar), puesto que su ardiente amor (llama) no se extinguirá con el agua [estrofa 2.ª]. Predice que su alma, apresada por el dios Amor, dejará su cuerpo y no sus penas amorosas (cuidado) [vv. 9 y 12]; que sus venas, que daban alimento (humor) a su pasión, se conviertan en cenizas (al ser su cuerpo incinerado) sin perder sus sentido amoroso [vv. 10 y 13]; que las médulas de sus huesos (medulas), aun covertidas en polvo, permanecerán enamoradas [vv. 11 y 14]
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario