30 mayo 2013
Federico García Lorca - Muerte de un poeta
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Manuel Altolaguirre - Era mi dolor tan alto
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Luis Cernuda - Donde habite el olvido
Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.
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Emilio Prados - Alba rápida
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27 mayo 2013
Rafael Alberti - Lo que dejé por ti
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Rafael Alberti - Amaranta
... calzó de viento ...
GÓNGORA
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por una lengua de lebrel limados.
Pórticos de limones, desviados
por el canal que asciende a tu garganta.
Rojo, un puente de rizos se adelanta
e incendia tus marfiles ondulados.
Muerde, heridor, tus dientes desangrados,
y corvo, en vilo, al viento te levanta.
La soledad, dormida en la espesura,
calza su pie de céfiro y desciende
del olmo alto al mar de la llanura.
Su cuerpo en sombra, oscuro, se le enciende,
y gladiadora, como un ascua impura,
entre Amaranta y su amador se tiende.
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Dámaso Alonso - A un río le llamaban Carlos
Yo me senté en la orilla;
quería preguntarte, preguntarme tu secreto;
convencerme de que los ríos resbalan hacia un anhelo y viven;
y que cada uno nace y muere distinto (lo mismo que a ti te llaman Carlos).
Quería preguntarte, mi alma quería preguntarte
por qué anhelas, hacia qué resbalas, para qué vives.
Dímelo, río,
y dime, di, por qué te llaman Carlos.
Ah, loco, yo, loco, quería saber qué eras, quién eras
(género, especie)
y qué eran, qué significaban «fluir», «fluido», «fluente»;
qué instante era tu instante
cuál de tus mil reflejos, tu ;reflejo absoluto
yo quería indagar el último recinto de tu vida
tu unicidad, esa alma de agua única,
por la que te conocen por Carlos.
Carlos es una tristeza, muy mansa y gris, que fluye
entre edificios nobles, a Minerva sagrados
y entre hangares que anuncios y consignas coronan.
Y el río fluye y fluye, indiferente.
A veces, suburbana, verde, una sonrisilla
de hierba se distiende, pegada a la ribera.
Yo me he sentado allí,
sobre la hierba quemada del invierno para pensar por qué los ríos
siempre anhelan futuro, como tú lento y gris.
Y para preguntarte por qué te llaman Carlos.
Y tu fluías, fluías, sin cesar, indiferente
y no escuchabas a tu amante extático
que te miraba preguntándote
como miramos a nuestra primera enamorada
para saber si le fluye un alma por los ojos,
y si en su sima el mundo será todo luz blanca
o si acaso su sonreír es sólo eso: una boca amarga que besa.
Así te preguntaba: como le preguntamos a Dios en la sombra de los quince años,
entre fiebres oscuras y los días—qué verano— tan lentos.
Yo quería que me revelaras el secreto de la vida
y de tu vida, y por qué te llamaban Carlos.
Yo no sé por qué¿ me he puesto tan triste, contemplando
el fluir de este río.
Un río es agua, lágrimas: mas no sé quién las llora.
El río Carlos es una tristeza gris, mas no sé quién la llora.
Pero sé que la tristeza es gris y fluye.
Porque sólo fluye en el mundo la tristeza.
Todo lo que fluye es lágrimas.
Todo lo que fluye es tristeza, y no sabemos de dónde viene la tristeza.
Como yo no sé quién te llora, río Carlos,
como yo no sé por qué eres una tristeza
ni por qué te llaman Carlos.
Era bien de mañana
cuando yo me he sentado a contemplar el misterio fluyente de este río,
y he pasado muchas horas preguntándome, preguntándote.
Preguntando a este río, gris lo mismo que un dios;
preguntándome, como se le pregunta a un dios triste:
¿qué buscan los ríos?, ¿qué es un río?
Dime, dime qué eres, qué buscas,
río, y por qué te llaman Carlos.
Y ahora me fluye dentro una tristeza,
un río de tristeza gris,
con lentos puentes grises, como estructuras funerales grises.
Tengo frío en el alma y en los pies.
Y el sol se pone.
Ha debido pasar mucho tiempo.
Ha debido pasar el tiempo lento, lento, minutos, siglos, eras.
Ha debido pasar toda la pena del mundo, como un tiempo lentísimo.
Han debido pasar todas las lágrimas del mundo, como un río indiferente.
Ha debido pasar mucho tiempo, amigos míos, mucho tiempo
desde que yo me senté aquí en la orilla, a orillas
de esta tristeza, de este
río al que le llamaban Dámaso, digo, Carlos.
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Vicente Aleixandre - Unidad en ella
UNIDAD EN ELLA
Cuerpo feliz que fluye entre mis manos,
rostro amado donde contemplo el mundo,
donde graciosos pájaros se copian fugitivos,
volando a la región donde nada se olvida.
Tu forma externa, diamante o rubí duro,
brillo de un sol que entre mis manos deslumbra,
cráter que me convoca con su música íntima, con esa
indescifrable llamada de tus dientes.
Muero porque me arrojo, porque quiero morir,
porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera
no es mío, sino el caliente aliento
que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo.
Deja, deja que mire, teñido del amor,
enrojecido el rostro por tu purpúrea vida,
deja que mire el hondo clamor de tus entrañas
donde muero y renuncio a vivir para siempre.
Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo,
quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente
que regando encerrada bellos miembros extremos
siente así los hermosos límites de la vida.
Este beso en tus labios como una lenta espina,
como un mar que voló hecho un espejo,
como el brillo de un ala,
es todavía unas manos, un repasar de tu crujiente pelo,
un crepitar de la luz vengadora,
luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza,
pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo.
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Gerardo Diego - El ciprés de Silos
que acongojas el cielo con tu lanza
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,
Página de la Fundación Gerardo Diego
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Jorge Guillén - Muerte a lo lejos
Alguna vez me angustia una certeza,
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Pedro Salinas
En su obra se distingen tres etapas:
- Primera etapa, de influencia vanguardista y gongorina, integrada por Seguro azar (1929) y Fábula y signo (1931).
- Segunda etapa, la de su gran producción amorosa: La voz a ti debida (1933), Razón de amor (1936) y Largo lamento (1939).
- Tercera etapa, en el exilio, con reflexiones sobre la existencia humana: El contemplado (1946), Todo más claro (1949) y su obra póstuma Confianza (1955).
- La voz ti debida (Madrid, 1933)
- El contemplado (Méjico, 1946)
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Pedro Salinas - Poema dadaísta
La niña llama a su padre:
"Tatá, dadá".
La niña llama a su madre:
"Tatá, dadá".
Al ver las sopas
la niña dijo:
"Tatá, dadá".
Igual al ir en el tren,
cuando vio la verde montaña
y el fino mar.
"Todo lo confunde" dijo
su madre. Y era verdad.
Porque cuando yo la oía
decir: "Tatá, dadá",
veía la bola del mundo
rodar, rodar,
el mundo todo una bola
y en ella papá, mamá,
el mar, las montañas, todo
hecho una bola confusa;
el mundo "Tatá, dadá".
Pedro Salinas. Presagios (1924)
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Pedro Salinas - Para vivir no quiero...
Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!
Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
«Yo te quiero, soy yo».
............................................. La voz a ti debida (1933)
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Pedro Salinas - Ayer te besé...
Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios. Densos,
rojos. Fue un beso tan corto
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más.
.............................. El tiempo
después de dártelo
no lo quise para nada
ya, para nada
lo había querido antes.
Se empezó, se acabó en él.
Hoy estoy besando un beso;
estoy solo con mis labios.
Los pongo
no en tu boca, no, ya no
—¿adónde se me ha escapado?—.
Los pongo
en el beso que te di
ayer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura este beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos.
La voz a ti debida (1933)
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Pedro Salinas - ¡Qué alegría, vivir...!
¡ Qué alegría, vivir
sintiéndose vivido!
Rendirse
a la gran certidumbre, oscuramente,
de que otro ser, fuera de mí, muy lejos,
me está viviendo.
Que cuando los espejos, los espías
-azogues, almas cortas-, aseguran
que estoy aquí, yo, inmóvil,
con los ojos cerrados y los labios,
negándome al amor
de la luz, de la flor y de los nombres,
la verdad trasvisible es que camino
sin mis pasos, con otros,
allá lejos, y allí
estoy besando flores, luces, hablo.
Que hay otro ser por el que miro el mundo
porque me está queriendo con sus ojos.
Que hay otra voz con la que digo cosas
no sospechadas por mi gran silencio;
y es que también me quiere con su voz.
La vida —¡qué transporte ya!—, ignorancia
de lo que son mis actos, que ella hace,
en que ella vive, doble, suya y mía.
Y cuando ella me hable
de un cielo oscuro, de un paisaje blanco,
recordaré
estrellas que no vi, que ella miraba,
y nieve que nevaba allá en su cielo.
Con la extraña delicia de acordarse
de haber tocado lo que no toqué
sino con esas manos que no alcanzo
a coger con las mías, tan distantes.
Y todo enajenado podrá el cuerpo
descansar quieto, muerto ya. Morirse
en la alta confianza
de que este vivir mío no era sólo
mi vivir: era el nuestro. Y que me vive
otro ser por detrás de la no muerte.
La voz a ti debida (1933)
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25 mayo 2013
Esquema - Grupo poético del 27
LITERATURA DEL SIGLO XX Grupo poético del 27 Tendencia poéticas | ||
Neopopularismo | Influencia clásica y poesía pura | Poesía de vanguardia |
Rafael Alberti Marinero en tierra |
Pedro Salinas
La voz a ti debida |
Gerardo Diego
Alondra de verdad |
Federico García Lorca
Romancero gitano
|
Jorge Guillén
Cántico |
Vicente Aleixandre
La destrucción o el amor |
Luis Cernuda
Los placeres prohibidos
|
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El grupo poético del 27
* A partir de 1930 comenzaron las preocupaciones sociales y políticas y en su obra irrumpió la influencia del surrealismo.
Tras la Guerra Civil (1936-1939), el grupo del 27 se deshizo: Lorca fue asesinado; Pedro Salinas, Jorge Guillén, Luis Cernuda y Rafael Alberti se exiliaron y Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre y Gerardo Diego permanecieron en España.
....................................................... todo hecho de guitarras destrenzadas.
....................................................... La guitarra es un pozo
....................................................... con viento en vez de agua.
....................................................... ...........................................Gerardo Diego
Etiquetas: Grupo poético 27
Grupo poético del 27 - El neopopularismo
Romancero gitano. García Lorca dio a conocer los dieciocho romances que componen este libro en lecturas públicas, antes de que se editara en 1928. Los protagonistas de los poemas son miembros del pueblo gitano, marginado socialmente. Para el autor representa la verdad más íntima del pueblo andaluz. Se trata de seres dominados por la insatisfacción, el amor y la muerte.
................. Romance sonámbulo
................. Verde que te quiero verde.
................. Verde viento. Verdes ramas.
................. El barco sobre la mar
................. y el caballo en lamontaña.
................. Con la sombra en la cintura
................. ella sueña en su baranda,
................. verde carne, pelo verde,
................. con ojos de fría plata.
................. Verde que te quiero verde.
................. Bajo la luna gitana,
................. las cosas la están mirando
................. y ellas no puede mirarlas.
................. ................. Federico García Lorca
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Grupo poético del 27 - Influencia clásica y poesía pura
.............................. es dejarme que te quiera.
.............................. El sí con que te me rindes
.............................. es el silencio. Tus besos
.............................. son ofrecerme los labios
.............................. para que los bese yo.
.............................. Jamás palabras, abrazos,
.............................. me dirán que tú existías,
.............................. que me quisiste: Jamás.
.............................. Me lo dicen hojas blancas,
.............................. mapas, augurios, teléfonos;
.............................. tú, no.
.............................. Y estoy abrazado a ti
.............................. sin preguntarte, de miedo
.............................. a que no sea verdad
.............................. que tú vives y me quieres.
.............................. Y estoy abrazado a ti
.............................. sin mirar y sin tocarte.
.............................. No vaya a ser que descubra
.............................. con preguntas, con caricias,
.............................. esa soledad inmensa
.............................. de quererte sólo yo.
.............................. .............................. Pedro Salinas
.............................. Sacude el agua a la hoja
.............................. con un chorro de rumor,
.............................. alumbra el verde y lo moja
.............................. dentro de un fulgor. ¡Qué olor
.............................. a brusca tierra inmediata!.
.............................. Así me arroja y me ata
.............................. lo tan soleadamente
.............................. despejado, a este retiro
.............................. fresquísimo que respiro
.............................. con mi Adán más inocente.
.............................. .............................. Jorge Guillén
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Grupo poético del 27 - Poesía de vanguardia
................. cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
................. alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
................. por quien el día y la noche son para mí lo que quieran,
................. y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu,
................. como leños perdidos que el mar anega o levanta,
................. libremente, con la libertad del amor,
................. la única libertad que me exalta,
................. la única libertad por que muero.
................. ................. ................. ................. Luis Cernuda
La destrucción o el amor. En esta obra de 1935 el hecho de amar se iguala con la muerte, con la destrucción de cuanto tenemos de humano. No hay rechazo del amor, sino exaltación, pues para Aleixandre lo mineral y lo animal salvaje constituyen las manifestaciones más puras de la existencia: los amantes convertidos en piedras, rocas, astros... dan prueba de la plenitud amorosa.
................. rostro amado donde contemplo el mundo,
................. donde graciosos pájaros se copian fugitivos,
................. volando a la región donde nada se olvida.
................. Tu forma externa, diamante o rubí duro,
................. brillo de un sol que entre mis manos deslumbra,
................. cráter que me convoca con su música íntima,
................. con esa indescifrable llamada de tus dientes.
................. ................. ................. ................. Vicente Aleixandre
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Grupo poético del 27 - Otras producciones del 27
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FGL - SU GRAN PASIÓN: EL TEATRO
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Y LA MÚSICA
Viejo piano mío, tú eres mi alma; sin ti yo no viviría porque te amo tanto como la que se esfumó en la distancia… Piano mío, tú me consuelas, me haces descansar de las agujas del deseo, y cuando mis dedos te besan soy puro y todo perfume de pasión…
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Federico García Lorca - Llanto por Ignacio Sánchez Mejías
Encarnación López Júlvez.
A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y solo muerte
a las cinco de la tarde.
El viento se llevó los algodones
a las cinco de la tarde.
Y el óxido sembró cristal y níquel
a las cinco de la tarde.
Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
Comenzaron los sones del bordón
a las cinco de la tarde.
Las campanas de arsénico y el humo
a las cinco de la tarde.
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
¡Y el toro solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde,
cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde,
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
A las cinco en punto de la tarde.
Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
El cuarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde.
A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por las verdes ingles
a las cinco de la tarde.
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
¡Ay qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!
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ROMANCE SONÁMBULO
Verde viento. Verde ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.
Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
Pero ¿quién vendrá? ¿y por donde?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.
-Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa.
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.
-Si yo pudiera, mocito,
ese trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
-Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
-Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
-Dejadme subir al menos
hacia las altas barandas.
¡dejadme subir!, dejadme,
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua
Ya suben los dos compadres
Hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal
herían la madrugada.
Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
¡Compadre! ¿Dónde está, dime,
dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!
Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
y el caballo en la montaña.
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