07 junio 2012

James Joyce - Ulises - Capítulo 18

18 
SÍ porque él no había hecho nunca una cosa así antes como pedir que le lleven el desayuno a la cama con un par de huevos desde los tiempos del hotel City Arms cuando se hacía el malo y se metía en la cama con voz de enfermo haciendo su santísima para hacerse el interesante ante la vieja regruñona de Mrs Riordan que él creía que la tenía enchochada y no nos dejó ni un céntimo todo para misas para ella solita y su alma tacaña tan grande no la hubo jamás de hecho le espantaba tener que gastarse 4 peniques en su alcohol metílico contándome todos sus achaques mucha labia que tenía para la política y los terremotos y la fin del mundo tengamos antes un poco de diversión que Dios nos ampare si todas las mujeres fueran de su calaña le disgustaban los bañadores y los escotes por supuesto nadie quería verla con ellos supongo que era piadosa porque no había hombre que se fijara en ella dos veces espero que nunca me parezca a ella milagro que no nos pidiera que nos cubriéramos la cara pero era una mujer muy educada desde luego y su cháchara sobre Mr Riordan para aquí y Mr Riordan para allá supongo que se alegraría de deshacerse de ella y su perro olisqueándome las pieles y siempre mañoseando para metérseme debajo de las enaguas sobre todo aun así me gusta eso de él tan atento con las viejas ya ves y con los camareros y mendigos también no es orgulloso por nada pero no siempre si es que alguna vez tuviera algo serio es mucho mejor que los lleven a un hospital donde todo está limpio pero supongo que tendría que repetírselo durante un mes sí y entonces tendríamos una enfermera del hospital tener que aguantar el rapapolvo y él allí hasta que lo echen o una monja a lo mejor como la de esa foto guarra que tiene es tan monja como yo no sí porque son tan débiles y quejicas cuando están malos necesitan una mujer para ponerse buenos si echan sangre por la nariz te imaginarías que era O algo trágico y esa carademuerto una vez por la ronda sur cuando se torció el pie en la fiesta del coro en la Montaña de pandeazúcar el día que yo llevaba aquel vestido de Miss Stack trayéndole flores las más secas que pudo encontrar en el fondo del cesto cualquier cosa por meterse en el cuarto de un hombre su voz de solterona queriendo imaginar que se moría por sus huesos para nunca verte la jeta otra vez aunque estaba más varonil con la barba un poco crecida en la cama con padre pasaba lo mismo además no soporto poner vendas ni las medicinas cuando se cortó el dedo del pie con la navaja de afeitar recortándose los callos aterrorizado de sufrir un envenenamiento de la sangre pero si fuera algo que me pasara a mí entonces ya veríamos cómo me cuidaba sólo que la mujer desde luego lo oculta para no dar la lata que ellos dan sí se corrió en algún sitio estoy segura por sus ganas de todos modos amor no es de lo contrario estaría desganado pensando en ella así que o fue una. de esas mujeres de la noche si fue por allá abajo por donde de verdad estuvo y el cuento del hotel un montón de mentiras para ocultarlo planeándolo Hynes me entretuvo con quién me encontré ah sí me encontré con tú te acuerdas de Menton y quién más déjame ver ese grandullón cara de niño le vi y no hace mucho que se casó flirteando con una joven en el Myriorama de Pooles y le di la espalda cuando se largó haciéndose el loco con las orejas gachas qué más da pero tuvo la cara dura de darme explicaciones una vez le está bien por bocazas y ojos apagados de todos los cretinos que jamás haya conocido y a eso le llaman un procurador sólo que me fastidia tener una pelea larga en la cama… 
(…)
James Joyce Ulises, 1920 
Francisco García Tortosa Cátedra, 1999

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