20 mayo 2008

Quevedo - Poemas Metafísicos

Represéntase la brevedad de lo que se vive y cuán nada parece lo que se vivió

«¡Ah de la vida!»... ¿Nadie me responde?
¡Aquí de los antaños que he vivido!
La Fortuna mis tiempos ha mordido;
las Horas mi locura las esconde.

¡Que sin poder saber cómo ni adónde,
la salud y la edad se hayan huido!
Falta la vida, asiste lo vivido,
y no hay calamidad que no me ronde.

Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto:
soy un fue, y un será, y un es cansado.

En el hoy y mañana y ayer, junto
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.

Invoca su pasado (antaños: años anteriores) y se lamenta de no tener nada para el recuerdo, por haberse dedicado a mejorar su posición (a la Fortuna), o haber desperdiciado el tiempo en diversiones (locura) [estrofa 1.ª], mientras perdía juventud y salud y solo conseguía desdichas, lo que ha provocado que no tenga una verdadera vida que recordar, sino simplemente unos hechos vividos (a los que solo puede llamar lo vivido) [estrofa 2.ª]. Afirma la fugacidad del tiempo, que hace también fugaz a su propio ser y que solo provoca cansancio [estrofa 3.ª]. Concluye que su vida, breve como un solo instante en el que se unen sus ropas de niño (pañales) y sus ropas de muerto (mortaja), ha sido en realidad una sucesión de pérdidas o muertes [estrofa 4.ª].

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