17 enero 2013

Ciencia y filosofía en la segunda mitad del s. XIX.

El nacimiento del nuevo movimiento literario no se produce por generación espontánea, sino que se explica por las peculiaridades de la vida en la segunda mitad del siglo. Veamos algunos de los fenómenos que explican el nacimiento del nuevo movimiento y cómo se relacionan con la creación literaria.

1. LA NUEVA FILOSOFÍA
La base teórica del nuevo movimiento literario va a ser una escuela filosófica llamada Positivismo, inaugurada por el francés Augusto Comte y que llega a su momento de máximo esplendor con la publicación del Curso de filosofía positiva en la década de los 50.
El Positivismo reduce el objetivo del conocimiento humano a los llamados "hechos positivos", o sea, aquellos hechos que pueden ser captados por los sentidos y someterse a comprobación por medio de la experiencia. Comte, defendiendo su teoría, afirmaba que la razón humana "tenía que prescindir de preocupaciones teólogicas y metafísicas" para reducirse al estudio de las ciencias positivas (Matemáticas, Física, Biología, Química, etc...).
La teoría positivista pretendió, también, establecer períodos en la vida (que se relacionan con la Historia) del hombre. Con esta intención, Comte formuló su teoría de los "estados". Según ella, en un primer estado, el teológico, se buscan las causas y principios de las cosas, y se recurre a la divinidad para explicarlos; en un segundo estado, el metafísico, se siguen buscando los conocimientos absolutos, pero los agentes sobrenaturales de antes se sustituyen ahora por entidades abstractas; finalmente, en un tercer estado, el positivo, domina la observación y la mente humana se atiene a las cosas en cuanto son.
La teoría positiva tuvo una gran importancia en los literatos de la época. Sus tesis fundamentales contribuyeron al nacimiento de una novela fundamentalmente agnóstica (aunque, en el otro polo, también a un Realismo espiritualista, con la figura de Tolstoi como principal representante), preocupada fundamentalmente por la realidad externa (comprobable por los sentidos) y por las cuestiones sociales (en el Naturalismo, principalmente).

2. EL CIENTIFISMO
Como consecuencia de la filosofía positiva, y apoyándose en los "sorprendentes" avances científicos, toda la segunda mitad del siglo va a estar dominada por la exaltación de la ciencia, que se va a convertir en un verdadero "dios", lo mismo que había sucedido con la razón en el s. XVIII o con el sentimiento en el Romanticismo. El hombre de la época va a confiar en los poderes casi ilimitados de la ciencia como respuesta a los grandes interrogantes de la vida. Todo debe apoyarse en datos demostrables, como exige el hombre del "estado positivo"; y esto es perfectamente aplicable a las obras literarias.
En las novelas, el cientifismo puede demostrarse, simplemente, con la alusión al nacimiento de dos géneros novelísticos nuevos: la novela policíaca y el relato de anticipación.

2.1. La novela policíaca
El recurso al misterio y al terror comienza a utilizarse durante el Romanticismo, pero va a ser a mediados del siglo cuando comenzarán a divulgarse en Francia los relatos del americano Edgar Allan Poe (1809-1849) que traerán como consecuencia el que muchos autores comiencen a escribir relatos en los que se presenta una acción criminal llena de misterio como problema que, racionalmente, ha de merecer una explicación por parte del detective protagonista. Es a partir de 1870 cuando se van a multiplicar los relatos policíacos, dentro de los que destaca la obra de Arthur Conan Doyle (1859-1930), que se asegurará su éxito editorial con el detective Sherlock Holmes, gran defensor del método deductivo.
La novela policíaca no sólo servirá para presentar el razonamiento humano de acuerdo con los métodos científicos en boga, sino que también servirá para que el autor presente una realidad desagradable, descarnada, de acuerdo con los principios del Naturalismo literario.

2.2. La novela de anticipación
Pero los grandes adelantos científicos del siglo van a encontrar su cauce literario más importante en los relatos de anticipación o en lo que más tarde se llamará ciencia-ficción.
El verdadero creador del género es el francés Julio Verne (1828-1905) que, desde 1863, comienza a publicar una larga colección de novelas en las que hace girar el argumento en torno a un descubrimiento posible (el submarino, la nave espacial, los rápidos viajes, etc...), dada la situación de la ciencia en la época.

2.3. Cientifismo y Naturalismo
El novelista francés Emile Zola, padre del movimiento naturalista, rompe en el último tercio del s. XIX con las limitaciones de la moral y de la estética, dando entrada en sus novelas a lo feo, lo inmoral y lo repugnante. Por otra parte, su obra literaria va a apoyarse también en la teoría filosófica del determinismo, que acentuará la indefensión del hombre, al negarle la posibilidad de elegir su propio camino. En último lugar, Zola va a dar entrada en sus novelas, como personajes trágicos, a figuras extraídas de las capas más bajas de la sociedad que, hasta entonces, habían estado marginadas o utilizadas en fórmulas subliterarias (con excepciones ya conocidas, como la picaresca española).
En la concepción naturalista de Zola, el novelista debe comportarse como si fuera un médico, y aplicar el método experimental de Claude Bertrand como si los personajes de sus novelas fuesen sus pacientes, de manera que el resultado, el desenlace de la novela y de los personajes, debe ser el resultado de la observación del comportamiento de los mismos y de la experimentación con las causas que provocan sus diferentes actuaciones, ya que, según la teoría determinista, el hombre no puede actuar en libertad, sino que sus actos dependerán de las condiciones sociales que le rodean.
En cualquier caso, aunque el novelista no pueda en algunas ocasiones explicar el porqué de las acciones humanas, sí podrá dejar constancia, basándose en una observación estricta, de los comportamientos de sus personajes-pacientes.

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