Hasta 1940, la narrativa se mantiene dentro del realismo tradicional, muy constumbrista en ocasiones, pues reproduce el mundo rural con excesivo objetivismo y retrata tipos muy esquemáticos. Solo las mejores obras plantean una dialéctica del personaje con el medio, incómodo y salvaje, y los problemas sociales y políticos en una verdadera lucha por la vida, aun conservando rasgos reconociblemente constumbristas.
La novela realista hispanoamericana se desarrolló en diversas tendencias: la novela de la Revolución mexicana, la novela de la tierra y la indigenista.
La novela de la revolución se centró en los conflictos entre el campesino y la oligarquía dominante en México; la novela de la tierra, en la diversidad de tierras hispanoamericanas (la selva amazónica, los llanos de Venezuela, la pampa argentina...), y la novela indigenista, en las injusticias y desigualdades vividas por la población indígena.
NOVELA DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA | NOVELA DE LA TIERRA | NOVELA INDIGENISTA |
Mariano Azuela Los de abajo (1916) |
José Eustaquio Rivera
La vorágine (1924) |
Alcides Arguedas
Raza de bronce (1919) |
Ricardo Güiraldes
Don Segundo Sombra (1926) |
Jorge Icaza
Huasipungo (1934) | |
Rómulo Gallego
Doña Bárbara (1929) |
Ciro Alegría
El mundo es ancho y ajeno (1941) |
A partir de los años treinta, se introdujeron planteamientos novelísticos innovadores, que culminaron en la nueva narrativa hispanoamericana, Este proceso se consolidó en la década de 1960 con el llamado boom.
Los autores de la nueva narrativa modernizaron los temas, incorporaron nuevas técnicas narrativas y modificaron la concepción del relato.
La nueva narrativa
* Características. La renovación afectó a la novela y al cuento, que abordaron nuevos temas (la vida en la ciudad, la soledad, la incomunicación...) por medio de técnicas novedosas, como el desorden cronológico, el monólogo interior, la diversidad de perspectivas, etc. Además, muchos narradores representaron la realidad, ambigua y contradictoria, como un espacio en el que se mezclan lo real y lo fantástico, tendencia que se conoce como realismo mágico.* Principales autores y obras. Se inició con las obras de Miguel Ángel Asturias (El señor Presidente, 1946), Jorge Luis Borges (a través de sus compilaciones de cuentos), Alejo Carpentier (Los pasos perdidos, 1953). Los siguieron Ernesto Sábato (El túnel, 1948), Juan Rulfo (Pedro Páramo, 1955), Juan Carlos Onetti (El astillero, 1961), Carlos Fuentes (La muerte de Artemio Cruz, 1962), Julio Cortázar (Rayuela, 1963), Guillermo Cabrera Infante (Tres tristes tigres, 1966) y Gabriel García Márquez (Cien años de soledad, 1967).
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EN EL LECHO DE MUERTE
Yo dejo que hagan, yo no puedo pensar ni desear; yo me acostumbro a este dolor: nada puede durar eternamente sin convertirse en costumbre; el dolor que siento debajo de las costillas, alrededor del ombligo, en los intestinos, ya es mi dolor, un dolor que roe: el sabor de vómitos en mi lengua es mi sabor; el abultamiento de mi vientre es mi parto, lo asemejo al parto, me da risa. Trato de tocarlo. Lo recorro del ombligo al pubis. Nuevo. Redondo. Pastoso. Pero el sudor frío cede. Ese rostro sin color que alcanzo a ver en los vidrios sin simetría de la bolsa de mano de Teresa, que pasa junto a mi cama, nunca se desprende de su bolsa, como si hubiera ladrones en la recámara.
Yo sufro ese colapso. Yo ya no sé. El médico se ha ido. Dijo que iba a buscar otros médicos. No quiere hacerse responsable de mí. Yo ya no sé. Pero los veo. Han entrado. Se abre, se cierra la puerta de caoba y los pasos no se escuchan sobre el tapete hondo. Han cerrado las ventanas. Han corrido, con un siseo, las cortinas grises. Han entrado. Ah, hay una ventana. Hay un mundo afuera. Hay este viento alto, de meseta, que agita unos árboles negros y delgados. Hay que respirar...
—Abran la ventana...
—No, no. Puedes resfriarte y complicarlo todo.
CARLOS FUENTES, La muerte de Artemio Cruz
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