04 junio 2013
Pablo Neruda - Poema 15
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía;
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
Etiquetas: Pablo Neruda
Pablo Neruda - Poema 20
Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos”.
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Etiquetas: Pablo Neruda
03 junio 2013
Miguel Hernández - Elegía a Ramón Sijé
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto
como el rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería.)
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
Etiquetas: Miguel Hernández
Miguel Hernández - Nanas de la cebolla
La cebolla es escarcha cerrada y pobre: escarcha de tus días y de mis noches. Hambre y cebolla: hielo negro y escarcha grande y redonda. En la cuna del hambre mi niño estaba. Con sangre de cebolla se amamantaba. Pero tu sangre, escarchada de azúcar, cebolla y sangre. Una mujer morena, resuelta en luna, se derrama hilo a hilo sobre la cuna. Ríete, niño, que te traigo la luna cuando es preciso. Alondra de mi casa, ríete mucho. Es tu risa en tus ojos la luz del mundo. Ríete tanto que en el alma, al oírte, bata el espacio. Tu risa me hace libre, me pone alas. Soledades me quita, cárcel me arranca. Boca que vuela, corazón que en tus labios relampaguea. Es tu risa la espada más victoriosa. Vencedor de las flores y las alondras. Rival del sol, porvenir de mis huesos y de mi amor. | La carne aleteante, súbito el párpado, el vivir como nunca coloreado. ¡Cuánto jilguero se remonta, aletea, desde tu cuerpo! Desperté de ser niño. Nunca despiertes. Triste llevo la boca. Ríete siempre. Siempre en la cuna, defendiendo la risa pluma por pluma. Ser de vuelo tan alto, tan extendido, que tu carne es el cielo recién nacido. ¡Si yo pudiera remontarme al origen de tu carrera! Al octavo mes ríes con cinco azahares. Con cinco diminutas ferocidades. Con cinco dientes como cinco jazmines adolescentes. Frontera de los besos serán mañana, cuando en la dentadura sientas un arma. Sientas un fuego correr dientes abajo buscando el centro. Vuela niño en la doble luna del pecho: él, triste de cebolla; tú, satisfecho. No te derrumbes. No sepas lo que pasa ni lo que ocurre. |
Etiquetas: Miguel Hernández
Miguel Hernández - Aceituneros
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos, decidme en el alma: ¿quién, quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor, sino la tierra callada, el trabajo y el sudor.
Unidos al agua pura
y a los planetas unidos, los tres dieron la hermosura de los troncos retorcidos.
Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento. Y el olivo alzó una mano poderosa de cimiento.
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos, decidme en el alma: ¿quién amamantó los olivos?
Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador que se enriqueció en la herida generosa del sudor. |
No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza, que os pisoteó la frente, que os redujo la cabeza.
Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día eran principio de un pan que sólo el otro comía.
¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos, sol a sol y luna a luna, pesan sobre vuestros huesos!
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos, pregunta mi alma: ¿de quién, de quién son estos olivos?
Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares, no vayas a ser esclava con todos tus olivares.
Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas, indican tu libertad la libertad de tus lomas. |
Etiquetas: Miguel Hernández
Miguel Hernández - El rayo que no cesa
(1) UN CARNÍVORO CUCHILLO Un carnívoro cuchillo de ala dulce y homicida sostiene un vuelo y un brillo alrededor de mi vida. Rayo de metal crispado fulgentemente caído, picotea mi costado y hace en él un triste nido. Mi sien, florido balcón de mis edades tempranas, negra está, y mi corazón, y mi corazón con canas. Tal es la mala virtud del rayo que me rodea, que voy a mi juventud como la luna a mi aldea. Recojo con las pestañas sal del alma y sal del ojo y flores de telarañas de mis tristezas recojo. ¿A dónde iré que no vaya mi perdición a buscar? Tu destino es de la playa y mi vocación del mar. Descansar de esta labor de huracán, amor o infierno no es posible, y el dolor me hará a mi pesar eterno. Pero al fin podré vencerte, ave y rayo secular, corazón, que de la muerte nadie ha de hacerme dudar. Sigue, pues, sigue cuchillo, volando, hiriendo. Algún día se pondrá el tiempo amarillo sobre mi fotografía. | (2) NO CESARÁ ESTE RAYO QUE ME HABITA ¿No cesará este rayo que me habita el corazón de exasperadas fieras y de fraguas coléricas y herreras donde el metal más fresco se marchita? ¿No cesará esta terca estalactita de cultivar sus duras cabelleras como espadas y rígidas hogueras hacia mi corazón que muge y grita? Este rayo ni cesa ni se agota: de mí mismo tomó su procedencia y ejercita en mí mismo sus furores. Esta obstinada piedra de mí brota y sobre mí dirige la insistencia de sus lluviosos rayos destructores. (4)ME TIRASTE UN LIMÓN, Y TAN AMARGO Me tiraste un limón, y tan amargo con una mano cálida, y tan pura, que no menoscabó su arquitectura y probé su amargura sin embargo. Con el golpe amarillo, de un letargo dulce pasó a una ansiosa calentura mi sangre, que sintió una mordedura de una punta de seno duro y largo. Pero al mirarte y verte la sonrisa que te produjo el limonado hecho, a mi voraz malicia tan ajena, se me durmió la sangre en la camisa, y se volvió el poroso y áureo pecho una picuda y deslumbrante pena. |
Etiquetas: Miguel Hernández
Miguel Hernández - Canción del esposo soldado
He poblado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.
Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de mi piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hacia mí dando saltos
de cierva concebida.
Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al más leve tropiezo,
y a reforzar tus venas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.
Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.
Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.
Cuando junto a los campos de combate te piensa
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
te acercas hacia mí como una boca inmensa
de hambrienta dentadura.
Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.
Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado,
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garras.
Es preciso matar para seguir viviendo.
Un día iré a la sombra de tu pelo lejano,
y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
cosida por tu mano.
Tus piernas implacables al parto van derecho,
y tu implacable boca de labios indomables,
y ante mi soledad de explosiones y brechas
recorres un camino de besos implacables.
Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin en un océano de irremediables huesos
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.
Etiquetas: Miguel Hernández
30 mayo 2013
Federico García Lorca - Muerte de un poeta
Etiquetas: Federico García Lorca, Grupo poético 27
Manuel Altolaguirre - Era mi dolor tan alto
Etiquetas: Grupo poético 27, Manuel Altolaguirre
Luis Cernuda - Donde habite el olvido
Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.
Etiquetas: Grupo poético 27, Luis Cernuda
Emilio Prados - Alba rápida
Etiquetas: Emilio Prados, Grupo poético 27
27 mayo 2013
Rafael Alberti - Lo que dejé por ti
Etiquetas: Grupo poético 27, Rafael Alberti
Rafael Alberti - Amaranta
... calzó de viento ...
GÓNGORA
|
por una lengua de lebrel limados.
Pórticos de limones, desviados
por el canal que asciende a tu garganta.
Rojo, un puente de rizos se adelanta
e incendia tus marfiles ondulados.
Muerde, heridor, tus dientes desangrados,
y corvo, en vilo, al viento te levanta.
La soledad, dormida en la espesura,
calza su pie de céfiro y desciende
del olmo alto al mar de la llanura.
Su cuerpo en sombra, oscuro, se le enciende,
y gladiadora, como un ascua impura,
entre Amaranta y su amador se tiende.
Etiquetas: Grupo poético 27, Rafael Alberti
Dámaso Alonso - A un río le llamaban Carlos
Yo me senté en la orilla;
quería preguntarte, preguntarme tu secreto;
convencerme de que los ríos resbalan hacia un anhelo y viven;
y que cada uno nace y muere distinto (lo mismo que a ti te llaman Carlos).
Quería preguntarte, mi alma quería preguntarte
por qué anhelas, hacia qué resbalas, para qué vives.
Dímelo, río,
y dime, di, por qué te llaman Carlos.
Ah, loco, yo, loco, quería saber qué eras, quién eras
(género, especie)
y qué eran, qué significaban «fluir», «fluido», «fluente»;
qué instante era tu instante
cuál de tus mil reflejos, tu ;reflejo absoluto
yo quería indagar el último recinto de tu vida
tu unicidad, esa alma de agua única,
por la que te conocen por Carlos.
Carlos es una tristeza, muy mansa y gris, que fluye
entre edificios nobles, a Minerva sagrados
y entre hangares que anuncios y consignas coronan.
Y el río fluye y fluye, indiferente.
A veces, suburbana, verde, una sonrisilla
de hierba se distiende, pegada a la ribera.
Yo me he sentado allí,
sobre la hierba quemada del invierno para pensar por qué los ríos
siempre anhelan futuro, como tú lento y gris.
Y para preguntarte por qué te llaman Carlos.
Y tu fluías, fluías, sin cesar, indiferente
y no escuchabas a tu amante extático
que te miraba preguntándote
como miramos a nuestra primera enamorada
para saber si le fluye un alma por los ojos,
y si en su sima el mundo será todo luz blanca
o si acaso su sonreír es sólo eso: una boca amarga que besa.
Así te preguntaba: como le preguntamos a Dios en la sombra de los quince años,
entre fiebres oscuras y los días—qué verano— tan lentos.
Yo quería que me revelaras el secreto de la vida
y de tu vida, y por qué te llamaban Carlos.
Yo no sé por qué¿ me he puesto tan triste, contemplando
el fluir de este río.
Un río es agua, lágrimas: mas no sé quién las llora.
El río Carlos es una tristeza gris, mas no sé quién la llora.
Pero sé que la tristeza es gris y fluye.
Porque sólo fluye en el mundo la tristeza.
Todo lo que fluye es lágrimas.
Todo lo que fluye es tristeza, y no sabemos de dónde viene la tristeza.
Como yo no sé quién te llora, río Carlos,
como yo no sé por qué eres una tristeza
ni por qué te llaman Carlos.
Era bien de mañana
cuando yo me he sentado a contemplar el misterio fluyente de este río,
y he pasado muchas horas preguntándome, preguntándote.
Preguntando a este río, gris lo mismo que un dios;
preguntándome, como se le pregunta a un dios triste:
¿qué buscan los ríos?, ¿qué es un río?
Dime, dime qué eres, qué buscas,
río, y por qué te llaman Carlos.
Y ahora me fluye dentro una tristeza,
un río de tristeza gris,
con lentos puentes grises, como estructuras funerales grises.
Tengo frío en el alma y en los pies.
Y el sol se pone.
Ha debido pasar mucho tiempo.
Ha debido pasar el tiempo lento, lento, minutos, siglos, eras.
Ha debido pasar toda la pena del mundo, como un tiempo lentísimo.
Han debido pasar todas las lágrimas del mundo, como un río indiferente.
Ha debido pasar mucho tiempo, amigos míos, mucho tiempo
desde que yo me senté aquí en la orilla, a orillas
de esta tristeza, de este
río al que le llamaban Dámaso, digo, Carlos.
Etiquetas: Dámaso Alonso, Grupo poético 27
Vicente Aleixandre - Unidad en ella
UNIDAD EN ELLA
Cuerpo feliz que fluye entre mis manos,
rostro amado donde contemplo el mundo,
donde graciosos pájaros se copian fugitivos,
volando a la región donde nada se olvida.
Tu forma externa, diamante o rubí duro,
brillo de un sol que entre mis manos deslumbra,
cráter que me convoca con su música íntima, con esa
indescifrable llamada de tus dientes.
Muero porque me arrojo, porque quiero morir,
porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera
no es mío, sino el caliente aliento
que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo.
Deja, deja que mire, teñido del amor,
enrojecido el rostro por tu purpúrea vida,
deja que mire el hondo clamor de tus entrañas
donde muero y renuncio a vivir para siempre.
Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo,
quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente
que regando encerrada bellos miembros extremos
siente así los hermosos límites de la vida.
Este beso en tus labios como una lenta espina,
como un mar que voló hecho un espejo,
como el brillo de un ala,
es todavía unas manos, un repasar de tu crujiente pelo,
un crepitar de la luz vengadora,
luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza,
pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo.
Etiquetas: Grupo poético 27, Vicente Aleixandre
Gerardo Diego - El ciprés de Silos
que acongojas el cielo con tu lanza
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,
Página de la Fundación Gerardo Diego
Etiquetas: Gerardo Diego, Grupo poético 27
Jorge Guillén - Muerte a lo lejos
Alguna vez me angustia una certeza,
Etiquetas: Grupo poético 27, Jorge Guillén
Pedro Salinas
En su obra se distingen tres etapas:
- Primera etapa, de influencia vanguardista y gongorina, integrada por Seguro azar (1929) y Fábula y signo (1931).
- Segunda etapa, la de su gran producción amorosa: La voz a ti debida (1933), Razón de amor (1936) y Largo lamento (1939).
- Tercera etapa, en el exilio, con reflexiones sobre la existencia humana: El contemplado (1946), Todo más claro (1949) y su obra póstuma Confianza (1955).
- La voz ti debida (Madrid, 1933)
- El contemplado (Méjico, 1946)
Etiquetas: Grupo poético 27, Pedro Salinas
Pedro Salinas - Poema dadaísta
La niña llama a su padre:
"Tatá, dadá".
La niña llama a su madre:
"Tatá, dadá".
Al ver las sopas
la niña dijo:
"Tatá, dadá".
Igual al ir en el tren,
cuando vio la verde montaña
y el fino mar.
"Todo lo confunde" dijo
su madre. Y era verdad.
Porque cuando yo la oía
decir: "Tatá, dadá",
veía la bola del mundo
rodar, rodar,
el mundo todo una bola
y en ella papá, mamá,
el mar, las montañas, todo
hecho una bola confusa;
el mundo "Tatá, dadá".
Pedro Salinas. Presagios (1924)
Etiquetas: Grupo poético 27, Pedro Salinas
Pedro Salinas - Para vivir no quiero...
Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!
Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
«Yo te quiero, soy yo».
............................................. La voz a ti debida (1933)
Etiquetas: Grupo poético 27, Pedro Salinas
Pedro Salinas - Ayer te besé...
Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios. Densos,
rojos. Fue un beso tan corto
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más.
.............................. El tiempo
después de dártelo
no lo quise para nada
ya, para nada
lo había querido antes.
Se empezó, se acabó en él.
Hoy estoy besando un beso;
estoy solo con mis labios.
Los pongo
no en tu boca, no, ya no
—¿adónde se me ha escapado?—.
Los pongo
en el beso que te di
ayer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura este beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos.
La voz a ti debida (1933)
Etiquetas: Grupo poético 27, Pedro Salinas
Pedro Salinas - ¡Qué alegría, vivir...!
¡ Qué alegría, vivir
sintiéndose vivido!
Rendirse
a la gran certidumbre, oscuramente,
de que otro ser, fuera de mí, muy lejos,
me está viviendo.
Que cuando los espejos, los espías
-azogues, almas cortas-, aseguran
que estoy aquí, yo, inmóvil,
con los ojos cerrados y los labios,
negándome al amor
de la luz, de la flor y de los nombres,
la verdad trasvisible es que camino
sin mis pasos, con otros,
allá lejos, y allí
estoy besando flores, luces, hablo.
Que hay otro ser por el que miro el mundo
porque me está queriendo con sus ojos.
Que hay otra voz con la que digo cosas
no sospechadas por mi gran silencio;
y es que también me quiere con su voz.
La vida —¡qué transporte ya!—, ignorancia
de lo que son mis actos, que ella hace,
en que ella vive, doble, suya y mía.
Y cuando ella me hable
de un cielo oscuro, de un paisaje blanco,
recordaré
estrellas que no vi, que ella miraba,
y nieve que nevaba allá en su cielo.
Con la extraña delicia de acordarse
de haber tocado lo que no toqué
sino con esas manos que no alcanzo
a coger con las mías, tan distantes.
Y todo enajenado podrá el cuerpo
descansar quieto, muerto ya. Morirse
en la alta confianza
de que este vivir mío no era sólo
mi vivir: era el nuestro. Y que me vive
otro ser por detrás de la no muerte.
La voz a ti debida (1933)
Etiquetas: Grupo poético 27, Pedro Salinas
25 mayo 2013
Esquema - Grupo poético del 27
LITERATURA DEL SIGLO XX Grupo poético del 27 Tendencia poéticas | ||
Neopopularismo | Influencia clásica y poesía pura | Poesía de vanguardia |
Rafael Alberti Marinero en tierra |
Pedro Salinas
La voz a ti debida |
Gerardo Diego
Alondra de verdad |
Federico García Lorca
Romancero gitano
|
Jorge Guillén
Cántico |
Vicente Aleixandre
La destrucción o el amor |
Luis Cernuda
Los placeres prohibidos
|
Etiquetas: Grupo poético 27
El grupo poético del 27
* A partir de 1930 comenzaron las preocupaciones sociales y políticas y en su obra irrumpió la influencia del surrealismo.
Tras la Guerra Civil (1936-1939), el grupo del 27 se deshizo: Lorca fue asesinado; Pedro Salinas, Jorge Guillén, Luis Cernuda y Rafael Alberti se exiliaron y Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre y Gerardo Diego permanecieron en España.
....................................................... todo hecho de guitarras destrenzadas.
....................................................... La guitarra es un pozo
....................................................... con viento en vez de agua.
....................................................... ...........................................Gerardo Diego
Etiquetas: Grupo poético 27
Grupo poético del 27 - El neopopularismo
Romancero gitano. García Lorca dio a conocer los dieciocho romances que componen este libro en lecturas públicas, antes de que se editara en 1928. Los protagonistas de los poemas son miembros del pueblo gitano, marginado socialmente. Para el autor representa la verdad más íntima del pueblo andaluz. Se trata de seres dominados por la insatisfacción, el amor y la muerte.
................. Romance sonámbulo
................. Verde que te quiero verde.
................. Verde viento. Verdes ramas.
................. El barco sobre la mar
................. y el caballo en lamontaña.
................. Con la sombra en la cintura
................. ella sueña en su baranda,
................. verde carne, pelo verde,
................. con ojos de fría plata.
................. Verde que te quiero verde.
................. Bajo la luna gitana,
................. las cosas la están mirando
................. y ellas no puede mirarlas.
................. ................. Federico García Lorca
Etiquetas: Grupo poético 27
Grupo poético del 27 - Influencia clásica y poesía pura
.............................. es dejarme que te quiera.
.............................. El sí con que te me rindes
.............................. es el silencio. Tus besos
.............................. son ofrecerme los labios
.............................. para que los bese yo.
.............................. Jamás palabras, abrazos,
.............................. me dirán que tú existías,
.............................. que me quisiste: Jamás.
.............................. Me lo dicen hojas blancas,
.............................. mapas, augurios, teléfonos;
.............................. tú, no.
.............................. Y estoy abrazado a ti
.............................. sin preguntarte, de miedo
.............................. a que no sea verdad
.............................. que tú vives y me quieres.
.............................. Y estoy abrazado a ti
.............................. sin mirar y sin tocarte.
.............................. No vaya a ser que descubra
.............................. con preguntas, con caricias,
.............................. esa soledad inmensa
.............................. de quererte sólo yo.
.............................. .............................. Pedro Salinas
.............................. Sacude el agua a la hoja
.............................. con un chorro de rumor,
.............................. alumbra el verde y lo moja
.............................. dentro de un fulgor. ¡Qué olor
.............................. a brusca tierra inmediata!.
.............................. Así me arroja y me ata
.............................. lo tan soleadamente
.............................. despejado, a este retiro
.............................. fresquísimo que respiro
.............................. con mi Adán más inocente.
.............................. .............................. Jorge Guillén
Etiquetas: Grupo poético 27
Grupo poético del 27 - Poesía de vanguardia
................. cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
................. alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
................. por quien el día y la noche son para mí lo que quieran,
................. y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu,
................. como leños perdidos que el mar anega o levanta,
................. libremente, con la libertad del amor,
................. la única libertad que me exalta,
................. la única libertad por que muero.
................. ................. ................. ................. Luis Cernuda
La destrucción o el amor. En esta obra de 1935 el hecho de amar se iguala con la muerte, con la destrucción de cuanto tenemos de humano. No hay rechazo del amor, sino exaltación, pues para Aleixandre lo mineral y lo animal salvaje constituyen las manifestaciones más puras de la existencia: los amantes convertidos en piedras, rocas, astros... dan prueba de la plenitud amorosa.
................. rostro amado donde contemplo el mundo,
................. donde graciosos pájaros se copian fugitivos,
................. volando a la región donde nada se olvida.
................. Tu forma externa, diamante o rubí duro,
................. brillo de un sol que entre mis manos deslumbra,
................. cráter que me convoca con su música íntima,
................. con esa indescifrable llamada de tus dientes.
................. ................. ................. ................. Vicente Aleixandre
Etiquetas: Grupo poético 27
Grupo poético del 27 - Otras producciones del 27
Etiquetas: Federico García Lorca, Grupo poético 27
FGL - SU GRAN PASIÓN: EL TEATRO
Etiquetas: Federico García Lorca, Grupo poético 27
Y LA MÚSICA
Viejo piano mío, tú eres mi alma; sin ti yo no viviría porque te amo tanto como la que se esfumó en la distancia… Piano mío, tú me consuelas, me haces descansar de las agujas del deseo, y cuando mis dedos te besan soy puro y todo perfume de pasión…
Etiquetas: Federico García Lorca, Grupo poético 27
Federico García Lorca - Llanto por Ignacio Sánchez Mejías
Encarnación López Júlvez.
A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y solo muerte
a las cinco de la tarde.
El viento se llevó los algodones
a las cinco de la tarde.
Y el óxido sembró cristal y níquel
a las cinco de la tarde.
Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
Comenzaron los sones del bordón
a las cinco de la tarde.
Las campanas de arsénico y el humo
a las cinco de la tarde.
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
¡Y el toro solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde,
cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde,
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
A las cinco en punto de la tarde.
Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
El cuarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde.
A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por las verdes ingles
a las cinco de la tarde.
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
¡Ay qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!
Etiquetas: Federico García Lorca, Grupo poético 27